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Poema de Oteiza
Jorge Oteiza

Hermano, escúchame un momento
dime si sabes quién eres y a dónde vas
no mientas, no voy a dejar que mientas, díme
¿de qué lado están los muertos?
¿dónde los tienes escondidos?
encima de ellos has hecho esta ciudad para tus meriendas y diversiones
toda tu sangre está allí enterrada
pero nadie la podrá contener
la tengo aquí en la mano
saca tu mano del bolsillo
muéstrame tu mano
la sangre que ahora tengo
si no la he recogido aqui en el suelo
yo no soy un vasco
toda esta sangre sube por el corazón de mis estatuas
¿cómo pretendéis engañarme
con vuestras cooperativas para repartir dineros? antes
hay que repartir esta sangre
oh Padre cuánto me alegra esta prohibición
cuán justa es en esta hora
cómo ellos ven más que tú, pobre hermano
cuánto me entristece el verte con tus manos en los bolsillos
un solo obispo traidor y viejo es más fuerte que miles de vosotros
mira ese caserío vacío
caen las hojas de los árboles y algún fruto
siempre cada vez que lo visito
los árboles están repletos de cielo
subo al caserío y siempre pienso
que soy mi padre que vuelve
los hombres caen de la montaña
cuando el corazón estaba en lo más alto
Padre, hoy estás en la tierra
en el río oculto al que acerco mi mano
y juro, levanto mi mano
aunque ves mi cabeza inclinada, oh Padre
te escucho, estoy lleno de ti
y no volverán a engañarte
cuando levante la cabeza
todavía no lo hago
porque aguardo a otros con los que me he citado aquí
aguardaré un poco más y si no emprenderé el camino solo
la luna alta, blanca
no tan blanca, no tan alta
el monte oscuro, cerca
no tan oscuro, no tan cerca
espero a que este silencio sea más penetrante
hasta cortarme
Sirva de postrer homenaje a quien supo marcar con fuego, sudor y hierro las artes plásticas.
2003-04-09 21:40 | 0 Comentarios
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