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Devenir Marta
Por: Néstor Perlongher
A lacios oropeles enyedrada
la toga que flaneando las ligas, las ampula
para que flote en el deambuleo la ceniza, impregnando
de lanas la atmósfera cerrada y fría del boudoir.
A través de los años, esa lívida
mujereidad enroscándose, bizca,
en laberintos de maquillaje, el velador de los aduares
incendiaba al volcarse la arena, vacilar
en un trazo que sutil cubriese
las hendiduras del revoque
y, más abajo, ligas, lilas, revuelo
de la mampostería por la presión ceñida y fina que al ajustar
los valles microscópicos del tul
sofocase las riendas del calambre, irguiendo
levemente el pezcuello que tornando
mujer se echa al diván
2005-02-04 01:00 | 1 Comentarios
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Comentarios
1
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De: Pere |
Fecha: 2005-02-04 17:48 |
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Mística del abrebú
[Ya florecen los almendros, Juan,
y yo con ellos...
¡Mala seré de guardar!]
Darle a la caza alcance: ligas, lilas, ai déus, que.m faré jo, lassa...
No había llegado a mar proceloso hasta esta tarde de arduos liminares, pero, a cierta menesterosa distancia, si no bizca, coja, la cuja, cómo no, amor, la cuja...
Pere.
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