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El árbol de la ciencia
Por: Ramón De Basterra
Muy bien. Las vacas pacen, en sus pastos de seda.
Orbe de inteligencia del XVIII, no queda
De tí sino un recuerdo amarillo. Disfruta
De su sombra el pilluelo gorrión. Salgo a la ruta.
Las azuladas coles al margen y las cañas
Del maíz. Sobre cielo de plata, las montañas.
- Adiós, Padre.
- Adiós, Padre.
Pasan los ignacianos.
- Padres, muy buenas tardes. Beso a ustedes las
[manos.
También éstos son hijos de Dios y la Cultura.
Y atienden a acendrar a la familia pura,
Fijos en la virtud mansa, buena, obediente.
- Adiós, y me descubro a su paso la frente.
Humanistas del siglo XVIII, yo humanista
Del siglo XX, en estas montañas de amatista,
Aspiro a realizar el alma, bajo el cielo.
Ante los Padres, llevo mi sombrero hasta el suelo.
Pero traigo en el hombro izquierdo, un grande ramo
Del árbol de la ciencia de Azcoitia, a quien yo amo
Porque cubrió un gran vuelo de alas universales,
Para plantarlo en Plencia, en mis tierras natales,
Y así que desde Ynsausti del gran Peñaflorida,
Tenga, en mi Camposena de Butrón, nueva vida,
El árbol de la Ciencia que hay en el Pirineo.
Entonces, cuando esté todo cano, yo creo
Que este ramo será un gran nogal gigante
Y que el rumor del alma, otra vez operante,
Subirá hacia sus hojas: rumor de poesía
Continental; las aves de la sabiduría
Seglar, harán su nido entre su sombra densa.
Pirineo, tendrás de airón, mi árbol que piensa.
2005-03-13 01:00 | 0 Comentarios
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